(Madrid, 2 de noviembre de 2016) La economía española está a punto de “hacer cumbre”. Está a un paso de llegar a la cima del crecimiento en este año. El PIB crecerá algo más del 3%. El panel de FUNCAS concreta un 3,1% e incluso –el Fondo Monetario Internacional (F.M.I.)- anuncia una revisión al alza de sus previsiones para España. La inversión aumenta, el consumo de los hogares no desfallece y se mantiene –pese a las fuertes oscilaciones estacionales-, la creación de Empleo en términos interanuales –aunque la tasa de Paro todavía marque el 20%-.

Uno de los principales motores de cualquier economía es la confianza. El punto más certero para demostrar que todavía creen en nosotros es el mercado de la Deuda Pública al que acuden los inversores para adquirir Bonos y Letras del Tesoro. Unos 70.000 millones de euros de Deuda Pública española presentan rentabilidades negativas. No hay mayor muestra de confianza que pagar por prestar dinero.

Pero este proceso tiene serias flaquezas. La primera es la inestabilidad política –la incapacidad de los dirigentes de ver más allá de los intereses de su partido-. La falta de músculo negociador –después de dos Elecciones fallidas– deja perplejos a los extranjeros. La ausencia de un Gobierno en “plenas funciones” retrasa la aprobación de Reformas necesarias y urgentes. La economía española –después de escalar hasta lo más alto– no le queda otra vereda que el descenso. Todos los Organismos Internacionales así lo pronostican para el 2017. Pero no es lo mismo bajar con orden y concierto que a trompicones y rodando.

En el próximo año, los ciudadanos españoles no contarán con una Reforma Fiscal que ha inyectado unos 5.000 millones en el Consumo y la Inversión. La demanda nacional –según el último dato de Contabilidad– ha iniciado su marcha atrás –como se ve en las Importaciones-. Las Exportaciones todavía dan signos de avance –aunque sea por un mísero medio punto porcentual-.

Nuestros Socios y Clientes tampoco cuentan con una situación boyante. Hay indicadores que muestran de forma más evidente esta “desaceleración”. La inversión extranjera retrocedió un 29% –en la primera del año– frente a un 2015 excepcional. El negocio industrial desciende un 9% y el Crédito de las Pymes comienza a estrecharse.

Las rectificaciones de última hora en el Impuesto de Sociedades, las amenazas de Bruselas y sus exigencias de nuevos ajustes ayudan poco. Hay que añadir que el petróleo se resiste a seguir abaratándose y la política monetaria del BCE está llegando a su techo. Como dice nuestro Ministro de Economía, Luis de Guindos, “no hay inercia que cien años dure”.  

José Luis Méler

Ex-presidente