CIENCIA DE LA EXCELENCIA

(Madrid, 13 de abril de 2016) El lenguaje tiene sus vicios y sus misterios. Hay palabras que se gastan con el uso y otras que no se gastan ni con el maltrato. Unas pierden su integridad casi antes de ser adultas y otras –sin embargo– mantienen su integridad y nunca envejecen.

 Se gastan aquellas palabras a las que la gente pierde el respeto una vez manchadas por el uso, y no se gastan aquellas otras palabras a las que la gente respeta siempre porque se mantienen limpias a pesar del uso.

Democracia es una palabra gastada porque todo el mundo la usa como quiere y muchos la desprecian. Excelenciasin embargo– es una palabra no gastada porque se escapa de aquellos que la quieren manipular y vuela alto por encima de la vulgaridad.

Además, el significado de la palabra Excelencia sigue escapándose a los que les resulta inaccesible, se difumina para los que la tienen difícil y sólo se hace visible a los que trabajan para merecerla. La Excelencia está siempre relacionada con el hacer y es objeto de reconocimiento por los que observan ese hacer. Se trata de una característica que se asigna desde fuera en constatación de algo que se tiene dentro como consecuencia de algo que se hace. 

Y para hacer algo que merezca el reconocimiento suficiente para alcanzar el nivel de la Excelencia es siempre necesario trabajar y trabajar mucho y –además– hacerlo de manera original, imaginativa y creativa que haga de ese trabajo algo más que una actividad. Como todas las cosas importantes, la Excelencia se manifiesta mediante actos lingüísticos que resultan ser juicios de reconocimiento. 

Porque cuando –mediante el trabajo– se alcanza la Excelencia, ésta y el trabajo que la soporta adquieren la categoría de ciencia. La Ciencia de la Excelencia. Y es necesario tener claro que el trabajo como ciencia es otra cosa que el trabajo como actividad.

José Luis Méler y de Ugarte
Presidente