La #DMAE es una enfermedad crónica y degenerativa que conlleva un deterioro muy importante de la vista en los estadios avanzados. Actualmente afecta a más de 800.000 personas en España y es la principal causa de ceguera entre las personas mayores de 50 años.

El impacto emocional de la DMAE

¿Por qué se produce?

Cuando se da una reducción importante de la capacidad visual, sea cual sea la causa, puede repercutir también en el estado psicológico del paciente y de sus familiares, presentando limitaciones en las diversas actividades de nuestra vida diaria

Precisamente, la Degeneración Macular Asociada a la Edad (DMAE) deteriora la parte más central de la visión, la que se encarga de las tareas de precisión o detalle como son: leer, escribir, reconocer monedas, uso de teléfonos y ordenadores, reconocimiento de caras, conducir, hacer compras, entre otras.

Y así, la pérdida de capacidad visual necesaria para estas actividades y otras relacionadas es lo que produce el impacto psicológico habitual. La sensación subjetiva de pérdida no es tan sólo fisiológica en la función visual, sino también en la autonomía personal, ocio, inquietudes intelectuales, relaciones sociales o familiares, ámbito laboral, etc.

La persona puede sentirse perdida, confusa en un primer momento y, después, dar lugar a un “duelo” psicológico y un proceso adaptativo a la nueva situación. En esta adaptación se producen sentimientos como confusión, inseguridad, inadecuación, vulnerabilidad, ineficiencia, y en general la persona queda envuelta en sentimientos encontrados de inestabilidad diaria. Se da un estrés asociado al esfuerzo por adaptarse a cada una de las situaciones novedosas y al cambio general.

Si hablamos de la conducta o de aquello que hacemos, puede darse igualmente una pérdida de interés por lo que ahora sentimos que es más difícil o imposible en relación con tareas o intereses personales, y consecuentemente se produce inactividad e inhibición social por inseguridad y falta de refuerzos positivos en nuestra vida diaria.

Tanto el grado del impacto psicológico como el éxito en la adaptación que requiere la pérdida visual, está determinada por algunos factores importantes:

  • La personalidad de la persona con DMAE. Cada afectado afronta los cambios asociados a la pérdida de visión condicionado por su personalidad. Las personas más flexibles, optimistas, con mayores habilidades sociales y mejor autoestima se muestran más capacitadas para amortiguar el impacto.
  • El entorno socio-familiar. El apoyo de la familia y de los amigos reduce la intensidad del impacto emocional de la enfermedad y ayuda a su afrontamiento.
  • El entorno social. Si tenemos a nuestra disposición recursos como equipamientos, transportes inclusivos, medios tecnológicos y ópticos, acceso fácil a cultura y ocio… todo se facilita y la sensación de dificultad se atenúa.
  • Convivir con otras enfermedades. Si la persona con DMAE presenta otras patologías éstas pueden condicionar una adaptación activa a la baja visión.

Las pérdidas en general, y la visual en particular, hace que echemos de menos la persona que éramos. Anticipamos el futuro con temor, nos cuesta centrarnos en lo que ocurre en el momento real, y ello nos impide vivir las experiencias actuales tal y como son.

Reaccionar emocionalmente ante el diagnóstico y la evolución de la DMAE es una respuesta normal en el ser humano. Sentir confusión, miedo, tristeza, ansiedad… es una reacción propia de cualquier persona que debe ajustar su vida a nuevas circunstancias y situaciones, en este caso causadas por una pérdida de visión.

A continuación, Julián Bruscantini y Felipe Yagüe, psicólogo especialista en el ajuste a baja visión y ceguera en la Asociación Discapacidad Visual Catalunya B1+B2+B3 y en las clínicas del Dr. Jordi Monés y Macula Foundation, explican más detalladamente por qué se produce el impacto emocional tras el diagnóstico de una enfermedad como la DMAE.

El impacto emocional de la DMAE | Podcast #MuchoPorVer