LAS MANERAS DE HACERSE ADULTO

(Madrid, 13 de julio de 2016).Las referencias educacionales al uso han marcado una separación entre el niño y el adulto, y han definido esa separación prácticamente sin interfase. O se es niño o se es adulto y –sólo cuando esa separación ha quedado consolidada– la sociedad reconoce la madurez.

Antes –eso era indiscutible– y los comportamientos se acentuaban para marcar las diferencias. Hoy eso ha dejado de ser indiscutible –más bien se ha demostrado incierto– pero la inercia histórica y la resistencia a algunos comportamientos considerados infantiles, hace que la parte educada de la humanidad siga equivocándose.

Hoy ya hay conocimientos suficientes para facilitar una felicidad a la que se renuncia por pura estética y por pura oxidación, aunque el avance de las definiciones de la inteligencia emocional nos haya demostrado que tenemos un entendimiento equivocado de lo que significa ser adulto.

No solamente tenemos interés en marcar las diferencias entre el ser niño y el ser adulto, sino que tendemos  a comportarnos de diferente manera cuando tratamos con niños y cuando lo hacemos con adultos, produciendo una dosis de esquizofrenia que acabamos administrando con la inteligencia que nos falta.

Ser adulto no significa dejar de ser niño, sino sintetizarlo y quedarnos con lo mejor de serlo. Es difícil mantener como adulto la atención que un niño es capaz de poner en aquello que le interesa, y la atención es una característica de casi todo lo bueno que puede tener un adulto que ha sabido no dejar de ser niño.

Realmentey afortunadamentenunca se deja de ser niñoporque es casi imposiblepero el crecimiento de la parte adulta de la persona se hace robando protagonismo a su parte de niño. El adulto, o se hace “en vez de” o se hace “además de”.

Son pocas las empresas que saben tratar a sus empleados como adultos.

José Luis Méler y de Ugarte

Ex-presidente