LAS FUERZAS DE CHINA

(Madrid, 1 de junio de 2016) El desarrollo de China está siendo un fenómeno social y económico sin precedentes en la historia de la humanidad. En el siglo XVII, China era uno de los países con mayor proporción de profesionales en su población, y estaba considerado como avanzado. Las causas y las razones por las cuales descendió a más bajas posiciones son complejas y diversas, pero –en cualquier caso– las distancias, las guerras, las invasiones y –sobre todo– sus equivocados esquemas y sistemas políticos hicieron la mayor parte del trabajo en ese descenso. 

Junto con la finiquitada Unión Soviética, China es el exponente más representativo de la erosión y el deterioro que “el comunismo” produce en un país y en una sociedad. Pero el escepticismo que una experiencia como esa origina en la sociedad, y el arrepentimiento que le puede acompañar, pueden convertirse en fuerzas imparables de una reconstrucción por grande que haya sido el daño. 

Y el tamaño de ese escepticismo y de ese arrepentimiento tiene su mejor medida en el alcance y el impacto de su consideración y en el cambio cultural que se establece al relegar las ideas políticas a un plano menos importante y menos influyente que aquel que originó la decadencia. La gente de China no quiere oír hablar de “comunismo”, y tampoco quiere oír hablar de nada que se la pueda parecer, y piensa que el socialismo y el populismo se le pueden llegar a parecer. 

En estos momentos, en China convivencon naturalidadel comunismo, el socialismo y el liberalismo, y esa convivencia sólo puede darse cuando la sociedad acepta la inevitabilidad de la política y las personas dejan de creer en su utilidad. Y esta situación –que hoy se da China– es una fuente de progreso y un motor de desarrollo. El escepticismo, el arrepentimiento, la aceptación limitada y la falta de fe en la política y de la política son hoy las fuerzas más significativas que impulsan el desarrollo de China.

José Luis Méler y de Ugarte

Ex-presidente