LAS ARTES DE CHINA

(Madrid, 25 de mayo de 2016) En el siglo XVII, China era un país próspero y educado –salvando las distancias temporales y geográficas– para dar a estas palabras su significado asentado en el entonces y en el allí. Tenía buenos Profesionales de casi todo y tenía buenos Artistas en las áreas en las que las Artes se enfocaban y se manifestaban allí y entonces.

La Naturaleza era considerada un bien sagrado, y una buena parte de las actividades y de las Artes tenían sus raíces y su proyección en ella. La Agricultura estaba muy avanzada y era la base de la alimentación del cuerpo. El Aire Libre se conservaba puro y era la base de la alimentación del espíritu, y las Flores se cuidaban y desarrollaban y eran la base de la alimentación del alma.

De ahí que la Naturaleza fuera la base de una Medicina natural extremadamente desarrollada y de unas Artes que nacían de ella y se referían permanentemente a ella. Las Flores y las Plantas estaban presentes en todos sus dominios naturales, cuya más alta manifestación eran los innumerables y artísticos jardines multiplicados por doquier, y se proyectaban en el porvenir mediante su presencia en manifestaciones artísticas de tradicionales trajes, tallas y cuadros.

La Naturaleza –por principio– Cultura y Religión, se recordaba, se conservaba y se proyectaba hacia el futuro. Existían –más avanzados que en ninguna otra parte del mundo– una Cultura basada en la Naturaleza y un Arte basado en las Flores, y esos son los orígenes de la maravillosa ingenuidad de todas sus tradiciones, de la permanente realización individual y colectiva de actividades al aire libre, del desarrollo de una Medicina natural extendida y poderosa, de la presencia multitudinaria de Plantas y Flores en la vida y en las Artes, y del crecimiento de una sociedad respetuosa, animosa, amigable y sin miedos.

Desde esas referencias, se desarrolló un pueblo que supo hacer de la ingenuidad una forma de entender la vida.

José Luis Méler y de Ugarte

Ex-presidente