(Madrid, 16 de noviembre de 2016)Resulta significativo el aluvión –casi inundación– de los trabajos, publicaciones, recomendaciones y Leyes referentes al “Buen Gobierno” de las Empresas y las Instituciones, y el paralelo desarrollo de las teorías y las prácticas relativas a la Ética Empresarial, la Imagen Corporativa y la Reputación Corporativa, –así como– las exteriorizaciones documentales de las Empresas y las Instituciones para transmitir a la sociedad su: Misión, Visión, Valores y Principios.

Con las excepciones que resultan de las puertas secretas y prohibidas que abren a la especulación, la corrupción y la trampa –que cada vez son más y más frecuentes– muchas Empresas e Instituciones se afanan por desarrollar y poner en escena códigos y prácticas de “Buen Gobierno”, lo que resulta en unas visibles y crecientes exigencias a las personas relacionadas con responsabilidades de gobierno. Cada vez es más exigente y más difícil gobernar bien y cada vez hay que saber más para hacerlo bien.   

El mecanismo de ese “Buen Gobierno” se sintetiza en cuatro fases importantes de un proceso, deseablemente transparente y observable: PrometerTrabajarHacer y Dar Cuentas. Y estas cuatro fases han sido siempre las tradicionales requeridas para el gobierno entendido –más o menos– como debe ser. Pero para poder recorrerde forma competenteese proceso en cada una  de sus cuatro fases, y para poder decir cosas positivas cuando se da cuentas, es necesario saber y saber hacer.    

Pero el decreciente nivel de exigencias, y las posibilidades que algunas democracias han abierto para que todos –los que saben y los que no saben– puedan encontrar su sitio en el firmamento –que va de la excelencia a la inutilidad– ha empezado a ciertas gentes a buscar maneras de gobernar para que los que no saben puedan ocupar los puestos que deben ocupar los que saben cuando éstos no son suficientes o no quieren hacerlo.

José Luis Méler

Ex-presidente