Comienza el curso escolar y por fin la ministra de Educación, de regreso de sus vacaciones de verano, se reunió el 27 de agosto con los consejeros de las comunidades autónomas para planificar el comienzo del curso que se inicia ¿sorpresivamente? dentro de unos días. El vicepresidente de Gobierno ha acusado a la ministra de falta de liderazgo. Como se dice ahora, yo ahí lo dejo…

En su momento criticamos la escandalosa falta de prevención del Gobierno cuando los organismos internacionales nos enviaron mensajes para prepararnos de lo que venía y por motivos muy conocidos se miró para otra parte y el virus nos castigó con el mayor número de muertos por habitante y la mayor caída de la economía de todo el mundo (Informe Universidad de Cambridge).

¿Es posible que el Gobierno repita de nuevo la imprevisión de marzo, cuando el comienzo del curso escolar tiene una fecha conocida en septiembre, habiendo vivido ya en junio el desconcierto general por falta de liderazgo en la terminación del curso anterior?

Seguramente el ocio nocturno, los botellones de los jóvenes, las reuniones familiares y sociales sean el origen del fuerte contagio que se está sufriendo este verano. Fallan las normas elementales, guardar la distancia, usar mascarilla, mantener las básicas normas de higiene, es decir lo que se recomendó, o debió recomendarse, desde el inicio de la pandemia. En todo esto la ciudadanía es la primera responsable, pero también las autoridades deben actuar en caso de incumplimientos. También tiene su parte de culpa la política de comunicación “light”, para no alarmar y eslóganes como “salimos más fuertes”, que rebajan la sensación de riesgo.

«Es inexplicable que las fronteras no estén selladas»

Lo que es inexplicable es que las fronteras españolas no estén selladas para evitar el contagio. Desde hace meses se pidió desde distintas instancias que se fuera más riguroso con los visitantes del extranjero, ya que los requisitos exigidos eran insuficientes e incluso ridículos (“observación visual”). Se argumentó que ser más exigentes mataría el turismo. Hoy el turismo está muerto y hasta Grecia exige de nosotros certificado de habernos hecho las pruebas correspondientes.

No se ha sido riguroso con los temporeros que han venido a recoger las cosechas, los cuales, si no estuvieran previamente contagiados, sus condiciones de trabajo y vivienda eran caldo de cultivo para el contagio. El tratamiento de la inmigración ilegal desde el punto de vista de la pandemia es incomprensible. CETIs sobresaturados, con casos positivos e inmigrantes contagiados que escapan de los centros. Hay ministerios (Exterior e Interior) que están missing.

Tests y rastreadores

Se están realizando por fin los tests y se han contratado rastreadores, pero el número de estos es inferior al que recomienda la OMS (1 por 4.000 o 5.000 habitantes). El ejército, principal institución oficial de emergencias, va a colaborar con 2.000 rastreadores, que mejorara la situación. Si el número es inferior al recomendado, más grave aún es que el rastreo de contagiados sea insuficiente, que es lo clave. El número de PCR por caso identificado es de 20, una de las cifras más bajas en el mundo desarrollado y que implica crecimiento incontrolado del virus. En España las tres Comunidades que están debajo de esa media son precisamente Aragón, Madrid y Cataluña. No busquemos muchas más razones para el descontrol.

Hace cinco meses advertimos que los países con más éxito en el control de la pandemia fueron los que habían cerrado tempranamente los aeropuertos, los que hacían masivamente testing, tracking e isolation además de respetar las básicas normas higiénicas, uso de mascarilla y control de las distancias personales. Son los que confinaron los virus, no las personas. Si todavía no sabemos confinar los virus, ¿nos confinarán de nuevo a las personas?

 

Eduardo Rodríguez Rovira
Presidente de Honor de CEOMA