“Cuando se aplica una sujeción, la percepción negativa y sensación de maltrato y abuso que puede sentir el individuo compromete seriamente su sintonía con las personas encargadas de su cuidado”

 

Cuando se menciona el nombre de Antonio Burgueño, se hace inevitable la referencia a la lucha desde hace 17 años por los beneficios de la eliminación de sujeciones en residencias; y no sólo por su tesón, profesionalidad y experiencia, sino por erigirse con maestría en una mano guía y un eficaz apoyo para todos aquellos profesionales y organismos que han confiado en él, aún con el miedo a cómo desarrollar el proyecto de “Desatar”.

Médico especialista en Medicina Preventiva y Salud Pública, Antonio Burgueño ha sido galardonado con el Premio Internacional Príncipe de Viana de Atención a la Dependencia por el Programa “Desatar al Anciano y al Enfermo de Alzheimer”, que sigue promoviendo con equipos y formación en la mayoría de Comunidades Autónomas, entre las que se encuentra CONFEMAC, trabajando en el grupo Andalucía-Extremadura. 

  • Cuándo se cumplen ya 17 años del proyecto «Desatar al Anciano y al Enfermo de Alzheimer», es inevitable preguntarle cómo tuvo la idea y cómo fue el comienzo.

Tras aportar datos para un estudio internacional, su publicación puso de relieve, entre otras cosas, las diferencias de uso de sujeciones físicas entre los distintos países participantes, colocándose España en el número uno del ranking en uso de sujeciones, un puesto que sigue ocupando, entre los países que publican datos. Ante esa realidad evidente, surgió la inquietud de hacer algo al respecto. 

  • ¿Ha cambiado mucho el panorama de las sujeciones en este tiempo? ¿Cree que se va evolucionando a buen ritmo?

Detrás del uso de sujeciones hay aspectos culturales y de actitudes, y cambiar eso lleva tiempo. De todos modos, se han producido cambios, como que hoy en día se habla abiertamente de esa práctica, se discute, se cuestiona, y al principio no se podía ni mencionar. Además, ya contamos en España con múltiples centros totalmente libres de sujeciones. 

  • ¿Ha obstaculizado mucho la pandemia en estos avances hacia la eliminación de las sujeciones?

La pandemia ha supuesto una parálisis de muchas de las actividades especiales que se estaban desarrollando en las residencias, aunque tengo que decir que los centros libres de sujeciones se han mantenido libres, con lo que eso ha implicado para la calidad de vida de las personas que en ellos habitan. Ahora, que ya están todos vacunados en las residencias, se está notando que se recobran en muchos centros el afán de retomar proyectos de este tipo.

  • El proyecto «Desatar…» ha apostado desde el principio por la eliminación total de sujeciones ¿Qué evidencias hay de que esto sea posible?

Como decía, existe la evidencia más contundente posible, que es la existencia de centros totalmente libres de sujeciones, comprobados, y conocidos públicamente, para que cualquiera pueda comprobarlo.

  • A este respecto, ¿Nos puede adelantar cuántas residencias trabajan ya en España con este criterio de ausencia total de sujeciones?

Nosotros tenemos comprobadas ya 112 residencias totalmente libres de sujeciones, y nos han solicitado comprobación a otras 10 más, y sabemos que están trabajando en lograrlo unas decenas más. De todas ellas, 56 han superado los 5 años sin utilizarlas, unos centros profundamente transformados, que nos están enseñando mucho sobre lo que significa asumir ese reto para las vidas de las personas mayores que viven en ellas.

  • ¿Por qué el uso de sujeciones no es un camino para cuidar?

El uso de sujeciones conlleva consecuencias muy negativas para la persona objeto de atención, las cuales están fuertemente documentadas en la literatura científica, pero además nosotros hemos aprendido que también tienen un impacto negativo en los centros, pues se establecen dinámicas negativas, y se cronifican las deficiencias, ambientales y organizativas.

  • ¿Qué coste adicional tiene para una residencia trabajar sin sujeciones?

Nosotros hemos podido comprobar, en todas las residencias libres que controlamos, que haber llegado a esa realidad no ha supuesto incrementar el personal del centro. Si es cierto que en algunos centros ha sido necesario introducir algunas adecuaciones de mobiliario y ayudas técnicas, y otros no, pero que no han supuesto un gasto mayor del que normalmente tienen los centros que van actualizando sus recursos. 

  • ¿Se encuentra mucha reticencia entre los profesionales? ¿Qué le diría a profesionales y directivos de residencias que aún no se lo creen?

Es cierto que es “ver para creer”, y que los profesionales de los centros libres insisten en ello, pero para verlo hay que ponerse a ello y comprobar como finalmente se consigue, y que ha resultado mucho más fácil de lo que se pensaba. De todos los factores que hemos identificado, que están detrás de actitudes de resistencia, yo destacaría el miedo, y el tener que desdecirse después de haber propuesto la sujeción como una buena solución, sin dejar de mencionar que hay que abandonar un área de confort o de tranquilidad.

  • La directora de una de las residencias donde usted ha trabajado para eliminar las sujeciones, comentó que el primer día se quedaron de piedra cuando esperaban soluciones prácticas y usted le dijo que todo era “cuestión de actitud”. ¿Cómo se tramita esta aseveración?

Es así, es actitud, si bien es cierto que la actitud se alimenta de aspectos culturales, de experiencias, y otros componentes, y cuesta verlo. Se suele decir, si no aplicamos sujeción, qué alternativa hay, y yo les respondo, si no cambiamos de actitud, y seguimos defendiendo que la seguridad de las personas mayores se logra inmovilizándoles, no seremos capaces de prescindir de ellas, ya que no hay nada más contundente para inmovilizar a una persona que una sujeción.

Existen otras iniciativas que proponen eliminación de sujeciones, iniciativas que proponen reducción hasta unas cifras, y que además aportan una gran tutela para buscar soluciones. En cambio, nosotros proponemos tolerancia cero desde el principio, y solo aportamos la estrategia necesaria para lograrlo y un poco de formación, y dejamos que sean los profesionales de los centros los que busquen las soluciones, y eso es lo que se traduce en lograr centros totalmente libres de sujeciones, profundamente transformados, y con profesionales empoderados.

  • ¿Cómo está trabajando actualmente, y las personas que colaboran con usted, para eliminar el uso de sujeciones? Nos consta que recientemente ha formado a muchos profesionales y se están creando equipos autonómicos, entre ellos CONFEMAC.

Bueno, estamos en la resaca pandémica, tras un gran parón de más de un año, y la cosa comienza ahora a reactivarse, y comienzan a surgir solicitudes para incorporarse al Programa. Los profesionales aglutinados por CONFEMAC cuentan con buena formación, y muchos son expertos directos en eliminación de sujeciones, porque lo han hecho en los centros donde ejercen. Es un equipo multidisciplinar muy potente, capaz de hacer una gran contribución en la realidad española, que se irá materializando en función de que vayan surgiendo las inquietudes.

  • Por último, -para que quede constancia en la ciudadanía y por ser la primera persona que lo ha impulsado- ¿Qué beneficios aporta “cero sujeciones”?

Algo he mencionado ya, y como he dicho va más allá de los beneficios para la persona mayor que no será sometida a una sujeción, y por tanto no sufrirá pérdidas físicas, mentales, y de autoestima y de calidad de vida. Es un poco lo de “todos ganan”, pues también ganan los profesionales que asumen ese reto, en desarrollo y satisfacción, y ganan las organizaciones, que se ven profundamente transformadas, llegando a cumplir unos estándares de calidad asistencial impresionantes.

Es cierto que solo se producen esos beneficios para la organización y los profesionales, cuando se va a por todas desde el principio. Es importante rechazar un planteamiento menos ambicioso, y conformarse solo con una reducción de uso, pues seguir utilizando algunas sujeciones, seguirá siendo un freno para la profunda transformación necesaria.