El 6 de marzo de 2020, cuyo aniversario celebramos hoy, tenía que asistir a una reunión acompañando a Javier García Pérez, Gerente de CEOMA. La contraparte era una empresa interesada en temas relacionados con los mayores, es decir en lo que solemos denominar en inglés como Silver Economy.

A primera hora de la mañana hablamos Javier y yo y coincidimos en que estábamos intranquilos por las noticias que estaban llegando sobre la pandemia del coronavirus y que siendo yo una persona de máximo riesgo, parecía imprudente celebrar la reunión con personas no cercanas a nuestro ámbito habitual y que por sus negocios podían estar en contacto con otros países en los que las tasas de contagios empezaban a ser muy altas. En el acto cancelamos la reunión dando las explicaciones pertinentes que fueron comprendidas por la empresa.

La decisión estaba basada solamente por las noticias que llegaban a través de los medios de comunicación a dos personas simplemente interesadas en conocer la realidad diaria, sin tener acceso a ninguna información privilegiada.

Ya el día 5 de marzo en una reunión de la Comisión Internacional de CEOMA, evitamos los saludos de contacto, espaciamos los asientos, abrimos ventanas, preocupados por las noticias que nos llegaban del exterior a los asistentes, personas en su mayoría jubiladas. Fue la última reunión presencial que se hizo en las oficinas de CEOMA, pues a partir de entonces se cancelaron las actividades externas.

Nos extrañábamos entonces que se estuvieran manteniendo los vuelos con China donde se había cerrado a finales de enero una región con 11 millones habitantes para evitar los contagios, filtrándose el fallecimientos de miles de infectados, mientras que varios países, incluidos Italia y Estados Unidos habían cerrado los aeropuertos. Nos llegaban también sorprendentes noticias de Italia referidas al permiso de competiciones deportivas, algunas internacionales, cuando ya tenían graves problemas sanitarios.  El partido Atalanta/Valencia fue paradigmático. Más de 2.500 valencianistas viajaron a Milán y los que regresaron contagiados eran una bomba biológica. Bérgamo se convirtió en el epicentro de la pandemia en Italia. Muchos españolitos de a pie nos escandalizaba que no se cancelaran los más de 100 vuelos diarios a y de Italia. Por otra parte nos llegaban noticias de que se había prohibido a la iglesia evangélica una concentración internacional de fieles. Sobre todo nos había alarmado que el Mobile World Congress, el acontecimiento mundial que se celebraba anualmente en Barcelona se hubiera cancelado con tanta anticipación el 12 de febrero de 2020, como consecuencia del goteo incesante de cancelaciones de empresas expositoras por miedo a un masivo contagio por el coronavirus. No se trataba de una improvisación de un grupo de negacionistas marginales sino de la élite mundial de la electrónica y seguramente del conocimiento global. Nadie de mi entorno directo iba a asistir al Congreso, pero yo estaba impresionado por la previsión y prudencia de sus dirigentes.

Y ¿cuál era entonces la reacción oficial de nuestras autoridades sanitarias? La OMS había declarado el 30 de enero que la epidemia era “una emergencia de salud pública de alcance internacional” y el 11 de enero la consideraba “enemigo público número uno”. Fernando Simón dijo por el contrario que “hay indicios de que esta enfermedad sigue sin ser excesivamente trasmisible”. No creo que Fernando tenga futuro como profeta.

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Eduardo Rodríguez Rovira, Presidente de Honor de CEOMA